Capitulo 34

Lyra

​El aire de la madrugada cortaba como cuchillas mientras me adentraba en los dominios de los Renard, mis pies se movían con una agilidad que sorprendía a mi propio cuerpo; el entrenamiento de Kael se había grabado en mis músculos, pero mi voluntad se alejaba de él con cada paso.

El anillo de mi padre, pesado y frío en mi dedo, era la única brújula que necesitaba.

​Llegué a los límites de la mansión de verano a diferencia de la Sombra de Acero, donde el poder se sentía en el acero y los gruñidos, aquí el poder era silencioso, envuelto en mármol y luces tenues.

Los guardias de Dorian me esperaban no hubo preguntas, solo una inclinación de cabeza y el paso libre hacia el ala privada.

​Dorian me recibió en una biblioteca circular, rodeada de estanterías que llegaban hasta el techo estaba impecable, a pesar de la hora, sosteniendo una copa de cristal con un líquido ambarino.

​— Has venido —dijo, y su voz no ocultaba la satisfacción—. Sabía que la verdad pesaría más en ti que la leal
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