Lamentablemente, tuvimos que volver a la realidad.
Cuando regresamos al castillo, tuve que despedirme por un momento de Madeleine antes de la cena para revisar los pendientes del día con mi beta. Marco me esperaba en el despacho con gesto serio. En sus manos sostenía un sobre sellado con el emblema de la manada Luna Roja. Apenas lo vi, mi rostro se tensó.
—¿Qué es? —pregunté.
—Según lo que dice aquí, ese bastardo está organizando una fiesta de compromiso.
Mi mandíbula se endureció. Apreté los puños con fuerza, conteniendo el impulso de aplastar ese maldito sobre entre mis manos.
—Entonces que se preparen… porque el infierno está a punto de comenzar para ellos.
—¿Se lo dirá a la señorita Madeleine? —preguntó Marco, con cierta duda en la voz.
No quería hacerlo. Había estado bien, fuerte, incluso feliz. Pero esta también era su venganza. No podía dejarla fuera.
—Tiene que saberlo. Prepáralo todo, Marco.
—Como usted ordene, alfa —respondió antes de salir del despacho.
Tomé aire y me dirig