Otra mañana en el sofisticado edificio. Otra mañana en la que Chloe se ponía la máscara de prometida antes de salir de la mansión. El aire en la oficina se había vuelto una calma tensa, la quietud opresiva que precede a una tormenta.
Todo en la superficie era perfecto: los preparativos de la boda avanzaban, Thomas pretendía ser un prometido atento, y Chloe continuaba recolectando las pruebas necesarias.
Pero bajo el mármol pulido, la tensión era una corriente subterránea que amenazaba con fracturarlo todo.
El silencio de Brendan se había convertido en un arma. Sus miradas fugaces en las reuniones eran esquirlas de hielo que se clavaban en Chloe antes de que él volviera a su impenetrable indiferencia. Y ella, la futura esposa del dueño, pasaba sus días analizando los números que James le había entregado, buscando la única grieta que necesitaba para derrumbar el imperio.
Mientras intentaba mantener a Brendan fuera de su mente, su vista y su corazón.
Esa mentira, la de ser la prometida d