Las palabras de Brendan rondaron por la mente de Chloe el resto de la mañana.
El hombre que la había borrado de su vida, que la trataba con la formalidad de un extraño y la miraba con un vacío glacial, acababa de amenazar con destruir un imperio familiar para protegerla.
Su mente, entrenada para la venganza y el cálculo, no sabía cómo procesarlo. El Brendan que la había acorralado en el cuarto oscuro, desesperado y roto, era un hombre que entendía. Así como entendía al Brendan que la trataba como a una desconocida. Ella se había ganado esa indiferencia. Incluso que la odiara.
Pero ese Brendan... era un espectro. Un hombre que la hería con su indiferencia mientras la defendía con una ferocidad desalmada en privado. Y eso no era nada bueno para Chloe. Ella necesitaba sacarlo de sus pensamientos, serle tan indiferente como ella a él, no enterrarlo más profundo en su pecho.
La pregunta que se había formado en su mente regresó, pesada y peligrosa: ¿Amor o posesión?
¿Era el amor desesperado