El silencio que siguió a la interrupción fue tan abrupto que la tensión apenas logró disiparse. Chloe se apartó de Brendan con un disimulo calculado, como si aquel contacto jamás hubiera ocurrido, aunque su piel todavía ardía con el recuerdo del roce de sus nudillos.
Thomas se hallaba en el umbral, los brazos cruzados con una calma estudiada, la sombra de una sonrisa en los labios y la mirada fija en ambos como quien descubre una grieta en una muralla.
Había en sus ojos un destello inquisitivo, un matiz de sospecha que flotaba en el aire con la misma fuerza que un depredador se aferra al rastro de su presa, aguardando el instante oportuno para abalanzarse.
Brendan, en cambio, no se inmutó. Dio un paso atrás con aparente naturalidad, despojando la escena de todo indicio comprometedor, salvo por la intensidad que aún palpitaba en el ambiente. Metió las manos en los bolsillos de su pantalón en un gesto casual, aunque ocultaba la sensación que el roce de la piel de Chloe había despe