74. Sospechosos
Kaien conducía de regreso a casa con sentimientos encontrados: por un lado, se sentía aliviado por las palabras de su esposa, pero por otro, seguía inquieto. No podía evitar la ansiedad y la tristeza al recordar que Nayla era hija de ese bastardo al que tanto despreciaba.
—Kaien, quiero decirte algo —le dijo su esposa en cuanto él estacionó frente a la casa—. O más bien, hacerte una petición.
—Claro, dime —respondió, mirándola con atención.
—Es sobre todo este asunto de Nayla... que es mi hija —le tomó la mano y lo miró con súplica—. Quiero mantenerlo en secreto, al menos por ahora.
—¿Por qué…?
—No me refiero a tu abuelo, a mi padre o a Rogelio. A ellos se los diremos cuando tengamos los resultados —aclaró rápidamente—. Me refiero a no hacerlo público todavía. No quiero que Mirka ni los empleados de tu casa lo sepan.
Kaien frunció el ceño, intrigado.
—¿Pasa algo? ¿Por qué no quieres que se sepa?
—Por Elian. No quiero que se entere aún. Prefiero que esto quede entre nosotros, solo la f