97. Una familia contigo
La fiesta terminó y los invitados se retiraron. Luna y Rogelio se encargaron de recoger el desorden que quedó en el jardín, mientras Bernardo y Chester se fueron juntos luego de haber bebido vino hasta el cansancio para celebrar la gran noticia del embarazo.
Nayla terminó en su cama, arropada por su madre. Tenía los ojos apagados y las pestañas le pesaban.
—Duerme, pequeña, hoy ha sido un día bastante movido para ti —le dijo con voz amorosa su madre—. ¿Te divertiste mucho?
—Sí, mami —respondió somnolienta—. Me gustó mucho mi fiesta de Rapunzel.
—Me alegra, cariño. ¿Quieres que encienda tu lámpara de cristal?
La niña asintió de inmediato. Medea encendió en la mesita de noche aquel regalo que Theodore le había dado a Nayla. La flor emitió una luz dorada y hermosa, bañando tenuemente la habitación.
—Es bonita —sonrió Nayla, cerrando lentamente los ojos—. Debería darle un regalo también a ese ogro...
Se quedó dormida y Medea sonrió, dándole un beso en la frente antes de salir de la habita