94. Todo se acabó
Medea estaba aterrada. Saphira no pensaba con claridad, y aunque la policía se acercaba, solo era cuestión de segundos para que apretara el gatillo contra Elian y luego contra ella. O al revés.
—Saphira... —Elian tragó saliva y levantó lentamente las manos a la altura de sus hombros—. Baja esa arma, por favor.
—Eres un miserable, Elian —la castaña lloraba desconsolada, las lágrimas inundaban su rostro—. ¿De verdad creíste que podrías dejarme atrás? ¿Que serías feliz sin mí? ¡No voy a permitirlo!
Las sirenas se escuchaban cada vez más cerca.
—Las autoridades están aquí, Saphira. Tenemos que irnos —dijo con un tono conciliador—. Podemos arreglarlo después, entre nosotros. ¿Quieres terminar en la cárcel?
—Ya no tengo nada... —sus hombros temblaban mientras soltaba una risa dolida—. Perdí a mi hija, mis comodidades, mi familia... hasta a ti. Lo perdí todo, ¿y aún crees que podemos arreglarlo?
—Sí, claro que sí... —intentó acercarse, pero Saphira tensó el dedo en el gatillo.
—No te acerque