67. Embaraza a mi hija
Medea y Kaien llegaron al hospital con el corazón en vilo, ansiosos por conocer las últimas noticias sobre el estado de Rogelio. Al entrar, los sorprendió ver a Chester conversando con el doctor en ese preciso momento, así que se acercaron de inmediato.
—Papá —ella lo abrazó con fuerza, aliviada de verlo—. Qué bueno que llegaste.
—Hola, cariño —él le acarició la espalda en forma de consuelo—. Todo va a estar bien, te lo prometo.
—¿Qué dijo el médico? —preguntó Kaien en cuanto el doctor se alejó.
—Dijo que está sedado, pero respondiendo bien. Sus signos vitales se mantienen estables, lo cual es una buena señal —respondió Chester, sin soltar a su hija—. No ha despertado del todo, pero durante el traslado a la UCI abrió los ojos unos segundos. Incluso movió la mano cuando lo llamaron por su nombre. Eso nos da esperanza.
—Qué alivio, papá —susurró Medea, mucho más tranquila.
—Si todo sigue así durante las próximas horas, podrían empezar a reducirle la sedación —agregó Chester—. Solo nos q