53. No soy fácil
Medea no sabía si estaba más sorprendida por haber podido ver con claridad durante unos segundos, o por el hecho de que su ahora esposo era ridículamente guapo. ¿De verdad ese era él? La boca se le secó de pronto y el corazón le bombeó con mucha más potencia.
—No puedo creer que hayas dicho algo así —murmuró Kaien, entre sorprendido y divertido—. ¿Acaso pudiste ver? Porque de lo contrario...
—Sí, te vi —admitió ella—. Fueron solo unos segundos, pero pude verte. Luego todo volvió a volverse borroso.
La sonrisa divertida en el rostro de Kaien se desvaneció.
—¿Y eso… es algo bueno? ¿Estás bien?
—Lo estoy, solo me arde un poco la vista.
—Déjame ver —dijo mientras sujetaba su rostro con ambas manos, levantándolo ligeramente—. Te echaré un poco de aire.
Sopló suavemente sobre sus ojos, y ella se estremeció al sentir el cálido aliento acariciándole la piel. Un escalofrío le recorrió el cuerpo de pies a cabeza. Pasó saliva y contuvo la respiración, sintiéndose extraña. Cada vez que ese hombr