54. Un nuevo plan
Elian acariciaba la fotografía entre sus manos, esa que se había tomado con Medea cuando apenas se habían comprometido. Al verla sonreír con tanta luz en los ojos, el corazón se le encogía, no solo por la pérdida, sino también por el rencor que le dejaba el abandono.
—Nunca debiste dejarme, Medea —susurró con amargura.
Al escuchar pasos bajando por las escaleras, guardó la foto apresuradamente en su billetera, donde la llevaba desde el día en que ella se fue.
—No te molestes en esconderla —dijo Leticia desde el recibidor—. Sé que todavía la extrañas.
—No lo supero —admitió.
—Deberías intentarlo. La que está contigo ahora es Romina. ¿Ya fuiste a acompañarla a elegir el vestido de novia?
—¿Para qué? Que lo haga sola. Ya bastante tengo encima —masculló Elian, irritado—. Solo habla de moda, fiestas y estupideces. Su cabeza está vacía.
—Hijo —Leticia se sentó a su lado, suspirando cansada—. Medea ya no está, y no va a volver. Deberías enfocarte en consentir a Romina…
—No he logrado dar con