48. Oscuros secretos
Saphira terminó de desempacar todas las cosas que se había traído de la mansión y las lanzó sobre la cama, frustrada y agotada. Ni siquiera alguien que le ayudara a cargar las maletas había mandado Elian. Según él, era para no levantar sospechas, cuando ya todo el mundo sabía de su aventura.
—¿Ya no voy a ir más al colegio, mamá? —preguntó Alin desde la puerta, abrazando su muñeca favorita.
—Por ahora no —respondió Saphira, irritada—. ¿No te la pasabas llorando por esos niños que te decían bastarda? Entonces, ¿para qué quieres seguir yendo?
—También tengo amigos…
—Eso no importa. Por ahora es mejor que no vayas. Puedes tomar clases en línea o lo que sea. Anda, ve a jugar. Estoy ocupada.
Alin salió triste de la habitación, mientras Saphira seguía acomodando sus vestidos y todas esas cosas caras que Elian le había regalado. Por suerte, había recuperado su anillo. Lo llevaba puesto como si realmente estuviera casada con él. También puso la foto de los tres en un marco bonito y la dejó so