42. Atrevida sugerencia
—No quiero ir, papá —se quejó Nayla, haciendo un berrinche—. ¡Ese niño me da miedo!
Kaien suspiró por enésima vez ese día. Si Thomas lo había invitado al cumpleaños de su hijo, claramente esperaba que Nayla también asistiera. Theodore parecía tener cierto interés en ella. Kaien lo había notado en reuniones anteriores: ese niño la miraba demasiado fijamente.
Aunque la idea de que ese pequeño bribón se interesara en su tesoro no le agradaba en lo absoluto, también comprendía que Nayla necesitaba socializar. Su enfermedad la mantenía en cama durante días y apenas salía de casa. Eso lo angustiaba, así que aprovechaba cualquier oportunidad para animarla a abrirse un poco al mundo.
—Solo serán unas pocas horas, cielo —le dijo, acariciándole la mejilla sonrojada—. Recuerda que Genoveva y Thomas esperan que estemos allí. Dijiste que te caían bien.
—Pero su hijo no —replicó con la barbilla en alto—. No quiero llevarle regalos ni felicitarlo. Es raro, papá. Ni siquiera juega con otros niños.
—E