43. Extrañas sensaciones
Kaien llegó rápidamente hasta su hija y la tomó en brazos, revisándola con desesperación. A simple vista no parecía tener ninguna herida.
—¿Qué ha pasado? —preguntó al joven Theodore—. ¿Le hiciste algo a mi hija?
—¡Me cortó el cabello, papá! —exclamó Nayla, aferrada a su cuello—. ¡Te dije que era malo!
—Theodore, ¿qué hiciste ahora? —lo reprendió Genoveva, apoyando las manos en sus hombros—. ¿Es cierto que le cortaste el cabello?
El joven negó con la cabeza, sin decir una palabra.
—¡Sí lo hizo! —insistió Nayla, con la voz temblorosa—. Papá, me quiero ir...
—Discúlpate ahora mismo, Theodore —ordenó Thomas con severidad—. Pídele disculpas a Nayla.
—Pero si no le hice nada —alegó el niño—. Solo lloró porque la invité a mi biblioteca. No le agrado, eso es todo.
Thomas suspiró y apoyó una mano en el hombro de Kaien.
—Lo siento, Kaien... Son niños, ya sabes cómo son. Agradezco que hayas venido. Puedes marcharte si lo deseas.
—No te preocupes. Primero calmaré a Nayla —respondió él con compre