En el hospital
El ambiente en el hospital era casi irrespirable.
Paula estaba de pie, temblando, con las manos aferradas a la baranda de la sala de espera.
Cada sonido, cada paso en el pasillo, resonaba en su cabeza como un golpe seco, y su corazón latía desbocado.
La espera se sentía interminable, como una cruel tortura que no parecía tener fin.
A su lado, Norman intentaba mantenerse firme, pero su rostro revelaba la preocupación y la impotencia que compartían.
Ambos sentían que cada segundo se alargaba, que el tiempo jugaba en su contra y que Javier, el hombre que amaban, pendía de un hilo invisible entre la vida y la muerte.
Paula respiraba con dificultad. Sus pensamientos eran un torbellino de miedo y desesperación.
“No voy a soportar si él me deja… no puedo, no puedo… esto fue una trampa, una maldita trampa… él me ama, yo lo amo…” susurraba entre lágrimas, mientras las palabras se mezclaban con sollozos que apenas podía contener.
En ese momento, Viena llegó, avanzando con paso fir