LUCIEN MORETTI
La terraza del restaurante tenía una vista privilegiada de la Sagrada Familia iluminada al atardecer. Velas sobre las mesas, copas de vino brillando bajo las luces tenues y una brisa suave que rozaba la piel. Era el escenario perfecto para una cena elegante… pero nada me había preparado para lo que sentí al mirar al hombre sentado frente a mí.
Asher Wilson.
Joven, exitoso, dueño de un fondo de inversión influyente en toda Europa, con una mirada clara, segura, y… maldita sea. Era como ver una versión más joven de tío Bastien. Tenía los mismos ojos miel. Esa sonrisa torcida. Incluso la forma en que se reclinaba en la silla era idéntica.
Addy no dejaba de mirarlo, paralizada. No con deseo —eso lo sabía—, sino con una mezcla de sorpresa, desconcierto y… ¿miedo?
—Gracias por aceptar mi invitación —dijo Asher en perfecto español—. Me parecía injusto cerrar negocios tan importantes sin compartir aunque sea una copa de vino entre socios. Además, hablan español, como yo. Supuse