MARIE MORETTI
Después de la emocionante conversación en la sala, todavía con la sonrisa pegada al rostro porque pronto conocería a un primo de Addy, Anny y Agus —¡un nuevo miembro de ese clan de novela! —, caminé a descansar a mi habitación. Había llegado hace apenas un rato, y entre tanto ajetreo y emoción, me costaba recordar cuál era la que había elegido llevándole la contra a mi hermano que quería que estuviera en el segundo piso, en el primer piso sería más fácil arrancarme a una fiesta si Michelle me invitaba nuevamente... “La del lado derecho, primer piso, puerta de marco blanco”, me repetí mentalmente.
Pero mi sentido de la orientación tiene el encanto de un pato mareado. Toqué la manilla, empujé y entré.
—Perfecto, esta debe ser…
La puerta se abrió justo cuando alguien salía del baño, envuelto apenas en una toalla blanca que le colgaba peligrosamente de la cadera.
Me congelé. Literal. El mundo se detuvo. Mi cerebro hizo cortocircuito.
Josh.
Con gotas recorriendo su torso.
Con