AMELIA ALBERTI
La mañana empezaba en la universidad. Necesitaba ver a Paolo. Lo extrañaba demasiado. Desde que Noah supo que Paolo era mi novio, nuestra relación cambió por completo. Ya no llegaba a casa y hablábamos de cómo estuvo nuestro día. Ya no había conversaciones durante la comida. Solo nos sentábamos y comíamos en silencio. Al terminar, me iba a mi habitación a llorar, extrañando a Paolo.
Después de que me arranqué de Damián y pasé la noche en su departamento, habíamos podido comunicarnos solo por mensajes. Él me extrañaba tanto como yo a él. Yo quería fugarme con él, pero él siempre decía que no podía hacerle eso a Noah. Que yo era todo lo que mi hermano tenía.
Esa mañana, Damián me dejó en la universidad. En medio de la clase dije que me sentía mal, salí del salón y salté la pared que da a un callejón. Miré, y vi a Damián esperándome como cada mañana en su auto. Corrí y tomé un taxi. Al fin estaba segura. Le escribí a Paolo: lo esperaría en el parque donde nos dimos nuestro