NOAH ALBERTI
Estaba en el despacho cuando Paolo me llamó.
—Cuñadito, ¿cómo estás? ¿Aún te acosa esa devoradora de hombres?
—¿Qué quieres, inútil?
—Oh, bueno... ¿te parece si hacemos videollamada? Tengo algo importante que mostrarte.
Cambiamos a videollamada. Paolo fruncía el ceño.
—¿Qué encontraste?
—Lucien me pidió que investigara algo, y mira esto.
Me mostró un papel con registros de viajes, llamadas y movimientos bancarios.
—Yo encontré algo similar. Sería bueno que vinieras, así comparamos.
—¡Hola, hermanito!
Sonreí. Mi hermana apareció detrás de Paolo, con una luz en los ojos y una sonrisa que nunca antes le había visto. Mi corazón se apretó. Era difícil ver a tu hermana tan feliz al lado de un idiota.
—Hola, Amelia.
—¿Puedo ir yo también?
—Bueno… vengan los dos.
—¡Siiii!
—Vamos, cuñadito de mi corazón, ¡nos vemos allá!
Colgué y fui por café. Y ahí estaba ella… Kiara. Mi karma. O mi castigo. Aún no decidía dónde colocarla. Caminaba descalza, con un babydoll que no dejaba nada a l