ASHER WILSON
Esa tarde en la pastelería terminó con un café, una sonrisa tímida… y mis manos llenas de harina.
Clara.
Ese nombre empezó a flotar en mi cabeza como una melodía repetida. Era diferente a todo lo que había conocido y, sin embargo, tan familiar.
Me despedí con un gesto torpe, sin saber si quería irme o quedarme allí toda la noche. Ella solo bajó la cabeza y me deseó buenas noches con esa dulzura que parecía no pertenecer a este mundo.
—Señor Asher, espere.
Corrió dentro de la tienda y volvió con una pequeña cajita.
—Por favor, llévele esto a Anny y Addy… y este es para usted.
Recibí los paquetes con una sonrisa. Clarita bajó la mirada, las mejillas encendidas.
—Clarita, no me digas "señor Asher". Tenemos la misma edad. Solo Asher, ¿sí?
—Pero… yo…
—Solo Asher.
Ella me miró y sonrió.
—Está bien, Asher.
—¿Ves que suena mejor?
—Espero que te guste el pastel.
—Sé que me encantará.
Me fui, y ella se quedó en la puerta de la pastelería, con una sonrisa dulce que me acompañó todo