ADELINE
Papá había recibido una llamada justo después del desayuno. Su rostro cambió apenas terminó de escuchar. No dijo mucho, solo que debía salir de la ciudad de inmediato. Mamá lo miró con esa mezcla de costumbre y resignación que solo una esposa de mafioso puede tener. En menos de una hora, ambos estaban empacando.
Mi padre podía ir a la luna, pero jamás dejaría a mi madre en casa. El miedo de que algo le pasara estando lejos de ella era constante. Cuando debía salir, mamá sabía que debía acompañarlo.
Así había sido siempre, desde que tengo uso de razón. Y sin contar que mi padre no puede estar lejos de mamá por más de 24 horas. Es impresionante: su genio cambia, su ansiedad crece, no se concentra. Necesita estar cerca. Cuando tenía 15 años y estaba en el taller con mamá, él llegaba cada hora, la besaba y volvía a su despacho. Ella solo sonreía, y yo entendía que mi padre la necesitaba como el aire… y no figurativamente.
Mis padres ya estaban en la puerta. Mamá con esa sonrisa su