Un héroe entre las sombras.
ANNELISSE DE FILIPPI
La cita había terminado.
Y fue… linda. Solo eso.
El museo había estado tranquilo, el chico —Álvaro, o algo así— había sido atento, y yo había sonreído lo suficiente como para parecer normal. Hasta bromeamos en la cafetería, y me regaló un llavero de la exposición. Fue tierno.
Pero no me hizo vibrar. Y ese era el problema.
Porque yo quería que vibrara. Quería que besar otra mejilla que no fuera la de Silvano me provocara un nudo, un escalofrío, un “algo” que me dijera que estaba avanzando.
Pero no pasó.
—Gracias por venir conmigo —le dije al chico, sonriendo con amabilidad.
—Eres divertida —respondió él, mirándome con interés—. ¿Nos vemos el viernes en la clase?
—Claro —asentí, y antes de que se fuera, me dio un beso en la mejilla.
Nada.
Ni una chispa. Ni una mariposa.
Y aún así, fingí una sonrisa hasta que él se alejó. Caminé sola por la acera del museo, cruzando la calle hacia la estación, deseando que el viento se llevara las ganas de llorar que me apretaban la