El patio trasero de la mansión fue decorado a toda prisa.
Lucca, como siempre, se encargó de todo con eficiencia militar, mientras Armando gritaba órdenes a los cocineros que había traído él mismo.
— Lucca, me hubieras avisado antes, ¿sabes lo difícil que es improvisar un almuerzo?
— Dile a Bastien, él solo llama y ordena.
Los dos rieron.
Albert revoloteaba entre copas de vino, preguntando si ya podía brindar.
— ¿A qué se debe este almuerzo?
— Bastien nos tiene que contar algo, solo eso sé.
Kate y Bastien entraron tomados de la mano, ella con un vestido largo, con flores, que marcaba la pancita apenas redondeada… y él, como siempre, con ese aire de rey que lo seguía a donde fuera.
Los primeros en correr a ella fueron Addy y Lucien, que se abrazaron a sus piernas con entusiasmo.
—¡Mami! —gritó Addy—. ¡Tío Lucca dice que nos contarán un noticia, ¿Qué es?
— Bueno cariño debes esperar.
—¡¿Cuánto debemos esperar?! —añadió Lucien, más serio.
— Hasta que estemos almorzando.
Kate se agachó len