ANNELISSE DE FILIPPI.
Temblaba. Literalmente.
No era frío.
No era miedo.
Era… Silvano
Mis piernas apenas respondían mientras bajaba al auto. Paolo abrió la puerta del copiloto y me dedicó una de sus sonrisas habituales, pero algo en su mirada cambió al verme.
Lo notó.
Claro que lo notó.
—¿Todo bien? —preguntó, frunciendo el ceño.
Asentí Mentí.
—Solo fue un largo día. El cine, la película… muchas emociones —murmuré, bajando la vista para evitar sus ojos.
Paolo no insistió. Sabía cuándo callar. Pero me conocía lo suficiente como para saber que algo me tenía fuera de mí. Y ese algo medía más de metro ochenta, tenía la voz más grave y sexy que había escuchado y… me acababa de besar.
Dios.
¡Me acababa de besar!
Entré a la casa como una ladrona. No quería ver a Addy. No ahora. No con este caos hormonal y emocional explotando en cada célula de mi cuerpo.
Me quité los zapatos sin hacer ruido, tiré la mochila al suelo y cerré la puerta de mi habitación con el corazón golpeando como tambor de g