Tenía que ser justo hoy.
JOSH MEDICCI
Me levanté temprano, con el brazo aún doliéndome un poco por la herida, pero no tanto como para quedarme quieto. Marie ya me había amenazado con amarrarme a la cama si me volvía a levantar, así que me escabullí con cuidado. Lo único que necesitaba era una venda limpia, nada más. Paolo me había dicho anoche que Damian tenía un botiquín en su habitación, mucho más completo que el de la enfermería, así que decidí ir directo allí.
Caminé por el pasillo descalzo, intentando no hacer ruido, como si fuera un ladrón en mi propia casa. La mansión estaba en calma, solo se escuchaban algunas voces lejanas de guardias cambiando turno y el tic-tac del reloj del hall. Todo parecía normal. Inofensivo.
Hasta que abrí la puerta de Damian.
Al principio, mi cerebro no procesó lo que veía. Solo vi movimiento, piel, y la espalda marcada de mi hermano mayor, tensándose como cuando entrena. Luego escuché el sonido. Ese sonido. Y mi mundo colapsó.
—Damián, necesito… —dije, pero lo que salió desp