LÍDER DE SERAPHIM
Maldita sea…
¿Cómo es posible que no puedan capturarlas?
—¡Avancen, carajo! —escupí por la radio, apretando el botón con tanta fuerza que sentí cómo la carcasa crujía bajo mis dedos—. Son mujeres, ¡mujeres!
Desde mi posición, a unos cien metros de la fachada principal, tenía visual completa de la mansión. La operación era simple: atacar a Lucien para sacar a todos los hombres de allí y dejar el lugar casi vacío. El golpe debía ser limpio, rápido. Mujeres solas, blanco fácil.
Pero lo que estaba viendo se parecía más a un puto campo de batalla que a una captura.
Me había costado encontrar al arquitecto que hizo esta maldita fortaleza, hasta que lo tuve en mi poder para que me dijera cuales eran los puntos débiles, y los usé.
El portón principal había caído tras la carga explosiva, pero eso solo había abierto la boca del infierno. Desde las ventanas, desde el segundo piso, desde el maldito jardín, salían disparos precisos que tumbaban a mis hombres como si fueran muñec