PAOLO MORELOS
Manejaba rápido por las calles de Milán. Había quedado de juntarme con mi princesita y no había podido desocuparme antes, pero ver la cara de asustado de Silvano valió cada maldito segundo. Espero que Lucien cumpla y me grabe todo lo que pasó en ese despacho. Jajajaja, cómo lo voy a disfrutar.
Ver a Bastien De Filippi en persona fue como ver a tu actor favorito, pero uno que, si le caes mal o dices algo indebido, no dudaría en volarte la cabeza. Tiene un aura imponente, más que Lucien y Silvano juntos, a pesar de estar en el mismo mundo.
Al fin llegué a nuestra cafetería. No podían faltar sus girasoles. Menos mal los dejé comprados antes de ir a buscar al suegro de Silvano al aeropuerto. Ohhh, el suegro de Silvano… no me gustaría estar en sus zapatos. Jajaja.
Corrí con el ramo en la mano y Mily aún estaba ahí, sentada con una taza frente a ella. Entré como un vendaval, haciendo ruido mientras corría a ella, tanto que levantó la mirada, y al verme, sonrió.
—Perdón, perdón