ANNELISSE DE FILIPPI
El sonido de la sirena se mezclaba con el latido desesperado de mi corazón.
—¡Silvano! —hablé una y otra vez, aferrada a su mano, mientras los paramédicos presionaban su herida y hablaban en códigos que no entendía—. Por favor, amor… por favor… abre los ojos… no me dejes… no así…
Tenía las manos cubiertas de su sangre.
Sus labios estaban cada vez más pálidos.
Su respiración, apenas un suspiro.
Y aún así, seguía luchando.
— Por favor amor, nos tenemos que casar, tenemos que viajar al Louvre, tengo otra tarea y me tienes que ayudar, no puedo hacerlo sin ti, por favor Silvano, no me dejes, reacciona, abre tus ojitos mi vida, vuelve a mí por favor, vuelve a mí.
—Estamos llegando —dijo uno de los médicos—. Siga hablándole, señorita. Está consciente gracias a usted.
—¡Silvano! ¡Despierta, idiota! —grité con desesperación—. ¡No puedes dejarme! ¡No me puedes hacer esto! ¡TE TIENES QUE CASAR CONMIGO!
La ambulancia frenó en seco. Las puertas se abrieron de golpe. Todo fue u