ADELINE DE FILIPI
El taller de mamá siempre había sido un lugar mágico para mí. Olía a telas nuevas, a perfumes suaves y a recuerdos de infancia escondidos entre costuras. El sonido de las tijeras, el roce de los hilos… todo me devolvía a cuando Lucien y yo jugábamos con retazos, mientras mamá y tía Ara creaban algo diseñado por ellas para alguna fiesta que nos habían invitado. Nunca pensé que llegaría este momento, estaba con Anny mientras nuestra madre y nuestras tías diseñando y creando el vestido de novia para nosotras, siempre creí que pasaría, pero no esperaba que estuviéramos viviendo esto juntas.
Me miré en el espejo, con el corazón apretado. El vestido blanco caía como agua sobre mi cuerpo, ligero, pero con una fuerza que lo hacía parecer irreal. Todavía tenía los alfileres de las últimas correcciones, pero ya podía ver el resultado. Toqué con cuidado mi vientre, casi plano aún, y sonreí. El vestido parecía abrazar mi secreto con ternura.
—Eres un ángel, mi niña —susurró mamá