ASHER WILSON
Aunque extrañaba mi pueblito, Barcelona tenía algo mágico. El mar, el cielo despejado, la energía en el aire. Pero esa tarde… había algo más. Algo distinto.
Estábamos sentados en la terraza privada del restaurante donde nos reunimos con los inversionistas. Lucien Moretti y Adeline De Filippi no solo eran una pareja llamativa, sino también increíblemente sólidos como socios. Ella era brillante, elegante, con esa mezcla perfecta de fuerza y dulzura. Él… imponente. Un lobo al que todos temían, pero que con ella, bajaba la guardia. Se notaba que se adoraban.
Y había algo en esa mujer que no dejaba de intrigarme.
—Tus ojos —le dije sin pensar—. Son iguales a los míos. Es curioso.
Ella se tensó levemente, aunque su sonrisa no se borró.
—Debe ser la genética—respondió con naturalidad.
— Mis padres tienen ojos diferentes a los míos, pero me cuentan que heredé los ojos de mi abuelo, él los tenía como los míos.
— Yo los heredé de mi padre — Me dijo Adeline con una sonrisa.
Lucien l