Descubriendo la verdad.
ADELINE DE FILIPPI
Me moví entre las sábanas y sentí el hueco tibio donde Lucien había estado hace unos minutos. Suspiré, aún adormecida. El aroma a café recién hecho flotaba desde la sala y, por alguna razón, el silencio era más tenso que de costumbre.
Me puse de pie sin pensarlo mucho. Caminé descalza por el mármol frío del pasillo del penthouse, con una de sus camisas sobre mi ropa interior. Mis pasos eran suaves, casi inaudibles. A lo lejos, reconocí la voz grave de Lucien... pero no estaba solo.
—Ella está bien, tranquilo. Pero necesito que me digas la verdad. ¿Tienes algo que contarme?
—¿Qué?
—¿Tuviste un hijo no reconocido en España?
Mi pulso se aceleró de inmediato. Me acerqué un poco más, escondiéndome apenas en la esquina donde la pared de vidrio separaba el pasillo del salón. Desde ahí los veía. Lucien estaba sentado, con la espalda tensa, y la pantalla del laptop encendida mientras hablaba por videollamada. Paolo estaba junto a él, sentado con cara de piedra, pero sus ojos