LUCCA MORETTI
La imagen en la pantalla de mi celular me sacó una sonrisa involuntaria. Una tras otra, las fotos llegaban, enviadas por los guardaespaldas que seguían de cerca a los chicos durante el día en la preparatoria.
Ahí estaba él.
Augusto, el hijo de Bastien. Mi sobrino… y el enamorado de mi pequeña Lucy.
En la primera imagen, lo veía cubriendo a mi hija de un globo con agua que claramente había sido arrojado con la intención de herirla o humillarla. En la segunda, tenía a Lucy protegida entre sus brazos, la mirada encendida, la furia contenida en cada músculo. En otra, lo vi enfrentándose a un grupo en la cafetería, todo para evitar que se acercaran demasiado a ella. Y en la última… bueno, en la última estaba Anny, su hermana, con el cabello de la tal Selena en una mano y la furia De Filippi en los ojos. Sí, definitivamente eran hijos de Bastien.
—¿Qué ves con tanta atención? —preguntó Bastien entrando a mi despacho con su usual arrogancia tranquila, como si tuviera el derecho