LUCIEN MORETTI
La reunión estaba programada en un café industrial, discreto, al sur de Milán. El lugar perfecto para pasar desapercibidos. La fachada era elegante, una cafetería que fue hecha para impresionar, sin duda Silvano pensaba en todo. ahora éramos empresarios reunidos para cerrar un trato con un socio importante, o eso le haríamos sentir. Llegamos un poco antes. El prospecto de socio aún no llegaba.
Addy estaba sentada a mi derecha, anotando todo con la eficiencia de siempre. Su rostro, serio, atento… preciosa hasta tomando notas. Y al otro lado de la mesa, Asher, leyendo todo lo que Addy escribía, conociendo el proyecto que ella preparó para captar la atención del socio, sonreía al verla tan concentrada y lo inteligente que era. Frente a mí, Silvano, con su traje impecable que usaba cada vez que tenía reuniones junto a Addy, los ojos fijos en los números, como si fuera un simple asistente financiero que no sintiera nada por su jefa.
Pero yo ya no le creía nada.
Algo dentro d