LUCIEN MORETTI
El hombre se giró.
Y el mundo dejó de girar con él.
Los ojos oscuros.
La sonrisa ladina.
El rostro que conocía tan bien y que tantas veces me había encontrado.
Maldito.
Silvano se tensó a mi lado. El cuerpo, congelado.
—No… —murmuró con voz baja—. No puede ser.
Yo no dije nada.
Porque el veneno me subía por la garganta.
Y lo tenía frente a mí.
Matteo Russo. este maldito era Venom Shade.
Este maldito hijo de puta que había estado tan cerca de mi mujer.
El arquitecto de las redes más oscuras.
El fantasma que nadie había podido atrapar.
El que torturaba desde las sombras…
Y ahora tenía nombre.
Rostro.
Y estaba sonriendo.
—Vaya, vaya… —musitó con voz calmada—. Jamás pensé que los malditos que me estaban cazando fueran ustedes dos. Un CEO y el su asistente de su novia… Quién diría que ustedes estaban detrás de todos los golpes que me hicieron hervir la sangre.
—Eres tú —soltó Silvano—. El enfermo detrás de todo. El que se atrevió a sacrificar niños de la peor manera. Eres un