ANNELISSE DE FILIPPI
La oficina estaba con un ambiente denso.
Cuando llegué estaba ese tipo odioso, rubio, alto y que se comía con los ojos a mi hermana, realmente me molestaba.
Entré, trató de saludarme y ahí apareció mi macho alfa haciendo que las mariposas de mi estómago volaran casi para salirse por mi boca, fue tan varonil, tan posesivo, tan perfecto que hizo mis piernas temblar.
Entramos a su oficina y su boca me devoró con fuerza.
— Hola para ti también.
— Juro que tuve que contenerme para no sacarle la cabeza a ese idiota que te tomó la mano.
— Casi le quiebras el brazo, eso estuvo perfecto.
Una sonrisa malvada apareció en sus labios y me volvió a besar, yo me aferré a su cuello rozando mis pierna con la suya, su mano tomó mi muslo y me presionó contra la pared.
— No juegues con fuego Anny que puedo tomarte aquí mismo.
Sonreí, tenerlo conmigo, haber al fin botado esa pared me encantaba, era un hombre apasionado, ardiente, pero delicado al mismo tiempo, no sabía cómo explicarlo