Al llegar a la mesa, Lucien no dijo una palabra, estaba sentado en el regazo de Lucca comiendo bocadillosAddy se sentó en frente y lo miró.— ¿Me das uno? — Lucien miró el plato de al lado y se lo acercó a Addy sin mirarla. Addy notó la diferencia de Lucien que siempre le sonreía y se desvivía por ella, ahora estaba callado y no la miraba.— Lucien, ¿quieres ir a jugar? — Lucien negó con su cabecita y siguió comiendo.Bastien y Lucca se miraron al ver el problema, sus pequeños o más bien Lucien estaba herido.— Papi, ¿podemos ir a mirar el salón?— Por supuesto campeón, vamosLucca se levantó y se fue con Lucien dejando a Addy en la mesa.— Papi, Lucien está enojado. — Bastien suspiró.— Addy, te preguntaré algo, si hubiera una niñita, bonita, que quisiera jugar con Lucien y tú no quisieras, y Lucien te deja sola para jugar con la niñita, ¿cómo estarías tú?— Enojada… Lo tomaría de su mano y lo arrastraría aquí.— Bien, eso le pasa a Lucien, él no te arrastró hasta aquí por que te qu
Al terminar de hablar con Lucca, siguieron en la fiesta, pero Bastien secuestró a Kate.— ¿Dónde vamos?— A descansar, te ves cansada — Kate sonrió y se apoyó en su hombro mirando la ciudad.El rugido suave del motor acompañaba el silencio cómplice que compartían. Bastien conducía con una sola mano, la otra entrelazada con la de Kate, acariciando su dorso con el pulgar. Ella lo miraba de reojo, aún con el rubor de la noche en las mejillas.—No estamos yendo a casa… —susurró ella, con una sonrisa curiosa.—Esta noche, el mundo puede esperar —respondió él, sin apartar la vista del camino—. Esta noche, quiero que seas solo mía.Kate no preguntó más. Algo en su voz, en esa mirada contenida que le había lanzado toda la noche, le decía que se avecinaba algo especial.Y no se equivocaba, Kate reconoció el edificio del departamento de Bastien el cual se habían venido a quedar la primera vez que vinieron a Milán.Cuando el ascensor se abrió caminaron hacia el departamento, Bastien estaba calla
En una casa lejana, el despacho estaba en penumbra. Solo la tenue luz de una lámpara de escritorio iluminaba el rostro del hombre que lo había movido todo desde las sombras. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa de mármol hasta que la puerta se abrió con un clic.—Jefe… —dijo su mano derecha, un tipo alto, trajeado, rostro pétreo—. Encontramos algo. O más bien… alguien.Dejó una carpeta gruesa sobre la mesa. El hombre la tomó con curiosidad, abriéndola lentamente. Lo primero que vio fue una fotografía. Una joven de ojos intensos, cabello oscuro y expresión fría como el hielo.—¿Quién es? —preguntó con voz grave.—Eva. Eva Lacroix… la hermana biológica de Kate. Mismo padre. Misma madre.El hombre levantó la mirada, afilada como una navaja.—Sigue.—Fue vendida por su propio padre a una organización secreta. Al parecer, necesitaba el dinero para pagar el tratamiento de su esposa que estaba muriendo… la madre de Kate. Le dieron cinco años más de vida a cambio de una hija. Una que fue cri
Después de dos días solo para ellos en Milán, les tocaba recibir a Addy y Lucien para que Ara y Lucca pudieran pasar tiempo juntos, así que fueron a buscarlos a la mansión.Bastien condujo su deportivo y llegaron a la mansión cerca del desayuno, al entrar lo primero que ven es a Francesco haciendo que Bastien blanquee los ojos.— Kate, que gusto verte de nuevo, espero que sea para quedarte.— La verdad es que no, venimos por nuestra hija y sobrino, ya que la presencia tuya en esta casa es desagradable — Le dijo Bastien mientras acercaba a Kate a su lado.— Ya veo, no pensé que fueras tan inseguro Bastien, al grado de llevarte a Kate, es que acaso me temes, o crees que sí puedo lograr algo con ella, eso habla muy mal de ti.— Mira pedazo de mierda, si te tuve paciencia es por Moira, pero no acepto que nadie moleste a mi mujer, así que escúchame bien muérdete la lengua o yo mismo te la cortaré y hablo en serio.En eso llegó Moira y puso su mano en el hombro de Francesco.— Hermano, te d
Bastien caminaba con Kate de la mano mientras Lucien y Addy saltaban y corrían felices por el centro comercial, entraron a un lugar de juegos infantiles y Bastien solo sonreía al ver a los pequeños.Después de helados y juegos volvieron al departamento, los pequeños estaban felices y durmieron sin problemas.Kate los arropó y cerró la puerta de la habitación fue a la sala y Bastien la esperaba al lado de la chimenea con una copa de champagne.— Ven cariño, siéntate conmigoKate se sentó y se acurrucó con el mientras escuchaba el crepitar de la leña quemándose.— Te amo Kate — susurró Bastien haciéndola sonreír miró sus ojos y acarició su rostro.— Yo también amor — dejó un beso en sus labios que Bastien respondió con ansias, su mano subía por su muslo hasta su cintura.— Bastien, no podemos aquí, los niños pueden venir.— Pero estan durmiendo — le susurraba mientras besaba su cuello.— Así como duermen, despiertan.—GGGRR está bien, tienes razón.— Anoche hicimos el amor toda la noche
Todo ocurrió en un suspiro.Bastien había salido hace más de una hora para solucionar el problema del hotel, una distracción bien planeada. Cuando regresó a la habitación, todo parecía igual. Kate estaba allí, recostada en el sofá con uno de sus libros favoritos entre las manos. Sonrió al verlo entrar, dulce, tranquila.Pero algo… algo no estaba bien.—¿Amor? —su voz sonaba igual—. Llegaste.Bastien frunció apenas el ceño. Se acercó, la besó suavemente en los labios. Sí, olía a Kate. Se sentía como ella. Pero sus labios... no temblaron como siempre lo hacían con el primer roce. Su respiración no se agitó. Su corazón no se aceleró.—¿Qué estuviste haciendo mientras no estaba? —preguntó él, sentándose junto a ella.—Leyendo... como siempre. —Levantó el libro con una sonrisa, pero no mencionó el título. Kate siempre lo hacía.Pequeños detalles. Mínimos. Invisibles para cualquiera. Pero no para Bastien, le pasó su revista favorita de modas en sus manos.— Cariño, viste el último tomo, lo t
En una habitación elegante, demasiado para una prisionera, se encontraba la verdadera Kate, tenía cortinas gruesas que bloqueaban la luz del sol, y un aroma dulce flotaba en el aire, como si quisieran disfrazar la verdad con flores marchitas. La mujer que la había secuestrado identificándose como Eva la había enviado allí hacía horas, con una sonrisa idéntica a la suya y una amenaza en los labios.Pero Kate no temblaba. Estaba sentada al borde de la cama, con las muñecas marcadas por las ataduras que apenas habían aflojado. Tenía una cortada en el labio y el orgullo intacto.—Puedes robar mi rostro, pero nunca mi alma —murmuró, mirando su reflejo en el espejo de cuerpo entero frente a ella.Se parecía a Eva, sí. Pero era distinta. Y Bastien lo sabría. Bastien lo sentiría.Cerró los ojos y pensó en él. En su voz ronca cuando le decía “mi Kitty”, en su tacto firme, en su manera de mirarla como si el universo se detuviera. Nadie podía engañar a su Bastien, y confiaba en eso.—Él lo sabr
La noche era espesa, cargada de electricidad. Bastien estaba ansioso mientras miraba la Tablet de Lucca siguiendo el GPS de la pulsera de Kate.Un regalo que le hizo años atrás. "Por si algún día se perdía y le había servido bastante, por eso siempre podía encontrarla, al principio fue solo el collar, luego fueron botones de su ropa, tacones en sus zapatos, cada joya que le regalaba, tenía que asegurarse que Kate siempre llevara un GPS." Ella nunca lo supo o creería que era una muestra más de su obsesión. No sabía que en realidad era su salvavidas.El punto titilaba en una zona industrial abandonada, a las afueras de la ciudad.—¿Señor? —dijo uno de sus hombres que iba en el asiento de adelante —. Estamos llegando y más refuerzo vienen en caminoBastien no respondió con palabras. Solo cerró el puño.—Prepárense. Llamen a Arthur y Jake, los quiero a todos. Equipamiento completo. No vamos a negociar —ordenó, con la voz más baja y peligrosa que jamás se había escuchado.Tomó su chaqueta