Estaba como leona dentro de la habitación. Se había puesto su ropa, la que tenía. Miró dentro del armario y había mucha ropa, demasiada. Ahora no sabía cuál debía ponerse y cuál no, su mente se encontraba hecha un maldito caos. Sacó toda la ropa y la puso en el pasillo. No se pondría nada que ella no escogiera en alguna tienda.
Sabía que eso podía sonar caprichoso, pero no quería volver a tener un problema con Adriano. Después de poner toda la ropa en el pasillo, bajó las escaleras de forma rápida, necesitaba hablar con Bianchi y decirle lo de la ropa, y que enviara a recoger la ropa del pasillo.
La biblioteca donde se encontraba la oficina de Adriano estaba vacía, al parecer el hombre no había regresado de las caballerizas. Esperaba que no le hubiera hecho nada a Aldebarán, el pobre caballo no tenía la culpa de nada.
Necesitaba encontrarlo y decirle. En ese momento, Fabiana salía de uno de los salones. Detrás de ella salía el hombre al cual había estado buscando. La mujer, al verla,