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4. Una llegada inesperada

CRISTOPHER

—¿Será que mamá va a recibir a la reina Isabel y no nos enteramos?. 

—No lo sé pero tanto brillo me desespera. 

No soporto los eventos en esta casa, mi hermano se va mientras yo veo que todo brilla demasiado, demasiado perfecto, tan planeado, tan pretencioso y sin embargo aquí estoy, ajustándome el cuello de la camisa mientras camino hacia el salón principal, donde Hugo me espera con una copa de vino en la mano y esa serenidad que siempre lo ha caracterizado.

—Cristopher— me acerco— hijo, antes de la cena, quería que supieras algo, estuve averiguando más y Valerio Morris, ha confirmado, la oferta ha sido aceptada y mañana se firma todo.

—Vaya —respondo sin mucho entusiasmo— entonces ya estamos vendidos… ¡Excelente!. 

—No es eso —aclara, dándome la copa de vino— Morris no es cualquiera, ese hombre ha impulsado empresas que hoy valen cinco veces lo que valían y lo mejor, es que no le vamos a dar el control, será inversionista pero los dueños seguimos siendo nosotros, hijo comprendo que esto es extraño pero él da su dinero y recoge ganancia, es un fantasma rentable y aunque sé que después de esa mujer, te cuesta confiar, tenemos que hacerlo. 

—Eso es justo lo que me molesta, los fantasmas nunca dan la cara, manda a una representante y espera que confiemos en alguien que ni conocemos— sinceramente todo me fastidia— ya confíe una vez y mira lo que pasó. 

—Confiamos porque no tenemos otra opción, Cristopher, al menos no ahora y aunque no hemos hablado de eso, sabes que cuentas conmigo, Olivia Nox fue un enorme bache en tu vida pero no podemos dejar que nos siga hundiendo. 

Asiento, pero no respondo, lo que no dice es que esta inversión es una tabla de salvación tras el hueco financiero que dejaron Olivia y su padre, robo, traición, y un corazón hecho trizas, el mío por imbécil, así que no me queda más, brindo en silencio con él y seguimos hacia el comedor dándome cuenta que mi vida de antes no va a regresar y a estas alturas es lo mejor, se que esto no me ha afectado solo a mi y a la empresa, mamá se siente mal porque después de oponerse tanto a mí antigua relación, Olivia fue la mejor opción pero simples mentiras, Pierre con su culpa me desespera, lo hecho está hecho y al menos en los negocios no dejaré que esa mujer me siga hundiendo. 

—Todo se ve increíble. 

La mesa está impecable, la vajilla de porcelana blanca con bordes dorados, los candelabros de cristal, vino tinto de reserva, y como entrada, un carpaccio de res que podría estar en la portada de cualquier revista culinaria. 

Tomo asiento mientras Pierre se sirve con confianza y a mi lado no debería de ser una sorpresa pero es incómodo, Sherlyn ya está instalada como si fuese mi sombra, viste de rojo, muy entallado, es muy bella y cada gesto suyo grita "atención".

—Te ves agotado, Chris— me habla mientras soba mi brazo y me sirve el vino sin que lo pida— y muy guapo. 

—Sherlyn... puedo servirme solo, gracias. 

—Dale un respiro a mi hermano mujer, lo vas a ahogar con tanta devoción.

Ella se sonroja, pero no se mueve de mi lado, mi hermano y sus bromas que no me causan gracia continúan mientras mi madre sonríe como si ese comentario fuera música para sus oídos.

—Ustedes harían una pareja preciosa— empieza con la cantaleta— me encanta verlos juntos, nunca es tarde para volver a empezar ¿No creen?. 

—No estoy buscando a nadie —le respondo más seco de lo que planeaba— no necesito que me arreglen la vida.

Antes de que la situación explote, Hugo interviene desde la cabecera preguntando si la cena es de nuestro agrado, Sherlyn dice que si, agradece las atenciones y la velada empieza entre conversaciones de su visita a Marruecos, los cuadros que les gusta pintar, agradezco que no mencioné a Olivia, es bastante discreta aunque su mano tocando constantemente la mía no lo es y pasamos al plato fuerte cuando la empleada dice que la invitada ha llegado. 

—Perfecto —dice mamá de inmediato, cambiando el tono— que pase, esta casa merece una buena noticia.

Las puertas se abren y el aire cambia cuando el sonido de los tacones se escucha en el mármol, la mujer entra paso a paso, sin apuro y se me cae el tenedor cuando la veo. 

Viste un conjunto negro de pantalón palazzo, blusa strapless del mismo color que se ajusta a la cintura definida, de  tacones elegantes, un collar dorado rodea su cuello con discreta finura igual que los aretes, el cabello negro y largo recogido en una coleta alta, pulida, sus ojos miel recorren la sala con calma, sin miedo y entonces sonríe mientras yo me tengo que beber el vino comprendiendo que no estoy imaginando nada. 

—No lo puedo creer. 

Me levantó como impulsado por un resorte mientras todos la miramos, apuesto que no hay una sola persona aquí que no la reconozca, porque aún cuando luce elegantemente hermosa, esa costumbre no pasa desapercibida, al menos no para mí, sus dedos juegan con una pulsera en su muñeca, su mecanismo de defensa cuando está nerviosa no ha cambiado, un gesto que conozco mejor que mi propio reflejo, ella está aquí. 

—¿Qué clase de broma es esta?— ruge mamá desde el fondo de la mesa— ¿Qué hace esta mujer aquí?. 

Ella alza el rostro, serena, su voz es firme, sigue siendo muy dulce pero está cargada de algo que no logro descifrar y ni siquiera puedo hablar. 

—No es ninguna broma— responde y mil corrientes eléctricas impactan en mi cuerpo cuando me mira directamente— por cierto, buenas noches a todos, soy Ximena Montiel, la representante del señor Morris.

Su nombre retumba en mis oídos viendo la sorpresa en todos, mamá nunca la quiso porque no era de nuestra clase social, una estupidez y una verdadera cachetada del destino porque todo este despliegue de atenciones las ha hecho para una mujer que siempre ha odiado por no tener nuestro nivel socioeconómico y ahora se ha superado tanto que aunque no entiendo como, ha regresado como un salvavidas para nuestra fortuna y empresa, Ximena, mi primer amor.

—¿A qué has venido Ximena?.

—Señora, usted invito a la representante del señor Morris, es por eso que estoy aquí, admito que fue una gran sorpresa pero así es, la vida da muchas vueltas.

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