VII No hagas ruido
Puesto de vigilancia en Frilsia, reino de Arkhamis.

Los vigilantes rendían su informe ante el rey Camsuq, su general y el rey Barlotz.

—Entonces, ¿sólo se han confirmado dos apariciones? —preguntó Camsuq.

—Así es, majestad. Un hombre adulto en una pequeña aldea al norte de aquí, mató a tres hombres, y un niño, al sur, mató a otros cuantos. Ambos escaparon.

—¿Un niño dices?

—No era un niño común y corriente, mi rey; tenía la fuerza de tres hombres y desmembró a varios con sus propias manos.

—¿Y cómo saben que era un Dumas? Pudo ser un hombre lobo o uno de esos guardianes del bosque —cuestionó Barlotz.

—No hay hombres lobos de este lado del mundo y los guardianes sólo atacan en las cercanías del bosque de las sombras, usualmente no dejan su territorio. Además, existen leyendas que cuentan sobre la habilidad de los Dumas para cambiar su aspecto —explicó el lugarteniente de Frilsia.

—¿Eso es cierto, Camsuq? —preguntó Barlotz.

—Yo... Jamás los vi hacer algo así. Eran criaturas monstruosas,
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