EMPEZANDO A ATAR CABOS PENDIENTES.
—Dante, no podemos seguir permitiendo que ese maldito de Vicenzo se salga con la suya —dijo Xavier, llevándose la copa a los labios.
—Señor, el infiltrado en la policía dice que la situación está complicada. Aunque ese desgraciado cree que estamos muertos, sigue moviéndose con libertad... especialmente en sus negocios.
Xavier lanzó la copa contra el suelo y soltó un bufido.
—¡Entonces que se prepare, porque los muertos también resucitan, Dante! Reúne a todos los hombres que necesitemos. Vamos a buscarlo y a enfrentarlo. Muerto el rey… muerto su reinado.
Dante bajó la mirada y aclaró la garganta.
—No es tan fácil, señor. En este momento, pocos hombres quieren seguir a tu lado. Pero hay una última opción que podríamos considerar.
Xavier lo miró con atención.
—¿Qué opción?
Dante sonrió con cierta malicia y sacó una carta del bolsillo interior de su chaqueta.
—Aliarnos con Marcos. Ese policía no va a parar hasta ver caer a Vicenzo… y más después de cómo lo traicionaron sus superiores, por