—¡Papi! —gritó Emma, desesperada. Xavier se acercó de inmediato y le besó la frente.
—No te preocupes, mi amor. Denis debe estar equivocada. Quédate aquí —dijo, tratando de calmarla—. Dante, busca a la niñera y entrégale a la niña.
Xavier salió corriendo tras Denis. Helena, al verlo tan alterado, sonrió con satisfacción y le dio un largo sorbo a su copa. Dante, que también había salido del despacho, alcanzó a notar la expresión en su rostro. ¿Acaso tenía algo que ver? Pensó, alarmado, pero no tenía tiempo para detenerse a averiguarlo.
Xavier abrió la puerta del sótano y al verla tendida allí, sacudió la cabeza. Ni siquiera esa imagen era capaz de borrar el odio que sentía por ella. Sin embargo, sus hijos la esperaban, así que, sin pensarlo más, la alzó en brazos y la sacó de allí.
—¡Dante! Llévame al hospital más cercano —gritó, desesperado.
Dante, al ver a Elizabeth, palideció, especialmente al notar la sangre que brotaba entre sus piernas.
Helena soltó una carcajada cargada de sorna