Nadia Carter escapó de un infierno solo para caer en las garras de otro. Sin dinero, sin un hogar y con un pasado que la persigue, su única opción es aceptar la oferta de Massimo D’Amato, un hombre tan peligroso como irresistible. Un contrato. Un trato que debería mantenerlos en control. Pero él no es un hombre que comparta el poder, y ella no está dispuesta a ser suya sin luchar. Lo que comenzó como un simple acuerdo pronto se convertirá en un juego peligroso, donde la sumisión y el deseo se entrelazan, y donde la línea entre la posesión y el amor se vuelve cada vez más difusa. Cuando el contrato llegue a su fin… ¿quién quedará realmente atrapado?
Leer másCapítulo 81 —El segundo contratoNarrador:La mañana avanzaba lenta en la cabaña. Afuera, el bosque seguía en silencio. Dentro, el aire estaba cargado de algo más difícil de explicar: nervios, emoción, una calma extraña que no terminaba de acomodarse.Nadia se paró frente al espejo. Llevaba un pantalón color crema de lino, una blusa ligera de mangas tres cuartos y el cabello suelto, apenas recogido a un lado con una pinza. Nada especial. Nada que pretendiera llamar la atención.Y aun así, se miraba como si algo no encajara.—¿Estás bien? —preguntó Massimo desde la puerta.—No lo sé —respondió, sin girarse.Él entró al cuarto con los botones de la camisa a medio cerrar y los pantalones oscuros algo arrugados. Iba igual de sencillo que ella. Pero al verla, se detuvo.—¿Quieres cambiarte?—No.—¿Entonces?—Estoy nerviosa —admitió, cruzándose de brazos.Massimo se acercó y le acarició el brazo sin apuro. Se colocó detrás de ella, mirándola por el espejo.—No pareces nerviosa.—Estoy tembl
Capítulo 80 — Así... siempre.Narrador:—¿Y? —preguntó Angelica apenas Nadia cerró la puerta del coche.Nadia se acomodó el cinturón sin mirarla.—¿Y qué?—Vamos, no me salgas con evasivas. ¿Cómo te fue? —Nadia soltó un suspiro largo. —Cuenta. —Angelica la miró de reojo mientras ponía el coche en marcha. —Cuenta como en “me escuchó y me dio un té” O cuenta como en “me clavó la mirada y me lanzó conjuros de odio ancestral”—Diría que una mezcla —murmuró Nadia —Fue educada. En su estilo. Casi me insulta con elegancia. Me dijo que no soy nadie, que él se va a aburrir, que me va a dejar.—Clásica —resopló Angelica —¿Y tú qué hiciste?—Le dije que ni ella se cree eso. Que casarse no es algo que Massimo haga a menudo. Y que, aunque no me quiera, al menos lo haga feliz yendo a la boda. Pero sinceramente… no creo que lo haga.Angelica bajó la velocidad al llegar al cruce y giró para mirarla mejor.—¿Tienes idea de cómo va a terminar todo esto?—No —respondió Nadia, con los ojos clavados en la
Capítulo 79 —Despedida de soltera encubierta.Narrador: La noche cayó sobre la cabaña con una serenidad casi irreal. Afuera, el bosque parecía dormido. Adentro, el aire olía a café y a leña recién quemada. Luca, Massimo y Nadia se sentaron a la mesa redonda, sin necesidad de decir mucho más. A veces, el silencio no incomoda… solo abraza.Massimo se sirvió una copa de vino y otra para su hermano, mientras Nadia alcanzaba tres platos con lo poco que habían cocinado esa tarde. No era una cena formal. Pero tenía ese sabor especial que solo tienen las cosas compartidas después de decir lo que durante años se guardó.—No recuerdo la última vez que cenamos juntos —dijo Luca, rompiendo el silencio con una sonrisa suave.—Nosotros dos solos, hace mil años y los tres... pues nunca —respondió Massimo, con una media sonrisa —Aunque me gusta la idea de que esta sea la primera de muchas. —Y levantó su copa, mirándolos a ambos. —Por los comienzos. Aunque lleguen tarde.—O justo cuando deben —agregó
Capítulo 78 —Visita inesperadaNarrador:La tarde caía lenta, derramando una luz dorada por las ventanas de la cabaña. El fuego en la estufa crepitaba bajo, como un murmullo. En el sofá, Massimo estaba reclinado, con una pierna apoyada en el suelo y la otra estirada a lo largo del asiento. Nadia estaba sobre él, recostada de espaldas, acurrucada entre sus brazos, con la cabeza apoyada sobre su hombro.El silencio era cómodo. Los dos respiraban juntos, sincronizados, como si no necesitaran nada más.Massimo deslizó una mano por su cintura, la sostuvo con suavidad, y con la otra tomó su mano izquierda. Entre sus dedos, hizo rodar el anillo de compromiso que ella ya llevaba puesto, haciéndolo girar lentamente sobre su dedo anular, como si fuera un pequeño juego íntimo.—¿Estás segura? —murmuró él, rompiendo el silencio, su voz baja, cálida contra su oído.—¿Segura de qué? —preguntó Nadia, sonriendo apenas.—De esto. —Hizo girar el anillo un poco más, presionando suave sobre su piel—De nos
Capítulo 77 —Que el mundo te venereNarrador:La puerta se cerró tras él con un golpe suave, pero definitivo. Massimo dejó el abrigo sobre la silla, sin mirarlo, como si apenas recordara que lo llevaba puesto. La cabaña estaba cálida, pero su pecho arrastraba un frío que no venía de afuera.Nadia seguía frente a la estufa, sentada con las piernas cruzadas y la mirada fija en las llamas que danzaban de una manera hipnótica. No fingía estar tranquila. Lo esperaba.Él se acercó en silencio. No dijo nada al principio. Solo la miró.—¿Cómo te fue?Massimo se sentó a su lado. Cerca, muy cerca. Apoyó los codos en las rodillas, entrelazó las manos y respondió sin rodeos:—Como imaginaba... mal.Ella respiró hondo, pero no desvió la vista.—¿Qué fue lo que te dijo?—Todo lo que ya sabía que iba a decir. Que no eres quien esperaba, que tu historia no es digna, que el hecho de que haya contratado a una mujer para que se hiciera pasar por mi novia, es una deshonra. Que me equivoqué, que la familia
Capítulo 76 —No me llames hasta que termine el añoNarrador:El sol de la mañana filtraba su luz tibia por los ventanales de la cabaña. Massimo estaba junto a la mesa, sirviendo café, pero no había probado ni un sorbo. El teléfono, apoyado boca abajo, vibraba a intervalos espaciados. No lo miraba. No ahora.Nadia lo observaba desde la cocina, con la taza entre las manos. Llevaba el cabello suelto, una camiseta sencilla y ese aire contenido que él conocía demasiado bien: estaba esperando que él hablara.Y lo hizo.—Voy a contarle a la Nonna.Nadia dejó la taza en la encimera con cuidado. No por sorpresa, sino por la confirmación de lo que ya temía.—¿Y cuándo piensas hacerlo?—Hoy mismo, ya no quiero perder más tiempo.Ella asintió sin discutir, sin drama. Solo un gesto pequeño que decía todo.Massimo se acercó.—La invité a almorzar. A solas.Nadia arqueó las cejas con suavidad.—Entonces... ¿no quieres que vaya?—No —respondió él, sin rodeos. —preferiría que no.Ella bajó la vista, in
Capítulo 75 —Solo para la verdadNarrador:Massimo se recostó sobre el respaldo del sofá, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas. Juan Pablo Tomaso, sentado frente a él con un vaso de agua intacto, lo observaba en silencio. Sabía que, si Massimo lo había citado esa noche en su despacho privado, no era para una charla sin importancia.—Necesito que construyas una historia —dijo Massimo al fin —Algo sólido. Imposible de derribar. Quiero que conviertas a Nadia en lo que mi abuela espera: una heredera, con raíces nobles, con abuelos fallecidos en guerra, con documentos impecables. Quiero un pasado limpio. Y lo necesito cuanto antes.El abogado no respondió de inmediato. Luego se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre el escritorio.—¿Estás hablando en serio?—Más que nunca.Juan Pablo desvió la vista hacia la carpeta que tenía delante. Estaba vacía. Esperaba llenarla con lo que Massimo trajera. No con lo que acababa de pedirle.—Eso no puedo hacerlo, Mass
Capítulo 74 —Eres mucho másNarrador:Nadia se removió en la cama, con los párpados pesados y la respiración aún acompasada por el descanso. Estiró el brazo, buscando a ciegas el calor del cuerpo de Massimo… pero solo encontró sábanas frías. Frunció el ceño, incorporándose lentamente. La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por los restos de la madrugada filtrándose por las ventanas.Se envolvió en la sábana con un movimiento lento y se puso de pie. Caminó descalza por la madera crujiente, guiada por el aroma del café y un murmullo grave, apenas audible.La voz de él. Se detuvo justo antes de entrar a la cocina. Apoyó la espalda contra la pared y cerró los ojos, escuchando.—…sí, Nonna. Estoy enamorado.El corazón de Nadia se detuvo.—Lo sé. A ti te cuesta creerlo —continuó él, con esa voz grave, aún cargada de sueño —pero no hay marcha atrás para mí. Es ella, es Nadia, es esta mujer o ninguna.Nadia tragó saliva, sintiendo el nudo en la garganta ascender sin permiso. Quiso
Capítulo 73 —Era suyoNarrador:Massimo deslizó las manos por su cuerpo con una lentitud exasperante, memorizando cada curva, cada estremecimiento, cada reacción suya. Nadia seguía adormilada, con la respiración pesada, pero él podía sentir cómo su cuerpo despertaba lentamente bajo su toque.Ella gimió suave cuando él deslizó los labios por su cuello, mordisqueando su piel con una paciencia tortuosa, jugando con la idea de despertarla completamente.—Arriba, pequeña —murmuró contra su oído, su voz densa de deseo.Nadia se removió, abriendo los ojos lentamente, encontrando el rostro de Massimo a centímetros del suyo. Su mirada estaba oscura, intensa, con esa sombra de peligro que siempre la hacía arder por dentro.—¿Qué…? —su voz era un susurro ronco, aún atrapada entre el sueño y la realidad.Massimo sonrió de lado y, sin darle tiempo a procesar nada más, la giró con facilidad sobre su cuerpo hasta hacerla quedar a horcajadas sobre él.Nadia jadeó, sus manos aterrizando sobre su pecho