Mundo ficciónIniciar sesiónEl sol amanecía perezoso sobre los campos de la hacienda, tiñendo todo con tonos dorados. La brisa fresca traía el perfume del pasto húmedo por el rocío, y el canto de las gallinas a lo lejos anunciaba que el día comenzaba. Aurora, encantada, observaba todo por la ventana del cuarto en el que estaba hospedada; sus ojos azules brillaban como si cada detalle de aquel lugar fuera un regalo nuevo.
—¡Tía Isa, mira! ¡Hay una vaquita allí! —gritó emocionada, señalando un punto distante en el pasto.
Isabella sonrió, aún ajustando las trenzas de la niña, cuidadosamente hechas en dos largas trenzas. Para completar el conjunto, Aurora llevaba un vestidito floreado en tonos de amarillo y verde, con una falda amplia que se movía con cada pa







