Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche había caído sobre la fazenda como un velo delicado, envolviendo todo en un manto de serenidad profunda. Las estrellas salpican el cielo con una timidez encantadora, mientras la luna llena permanecía en lo alto como una guardiana silenciosa, derramando su luz plateada sobre los campos dormidos. Había una belleza ancestral en aquel silencio, interrumpido solo por el croar distante de los sapos, el canto rítmico de los grillos y el susurro del viento entre las hojas del naranjal.
Dentro de la casa principal, un cuarto dormía en perfecta armonía. Aurora, con sus rizos dorados esparcidos sobre la almohada, respiraba suavemente, el pecho subiendo y bajando como una flor mecida por una brisa tranquila. La niña abrazaba con fuerza a sus dos muñecas de trapo, Cacau y Lila, como si temiera perderlas en los sueños. Isabella l







