Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana amaneció nublada. El cielo, cubierto de matices grisáceos, parecía reflejar el corazón inquieto de Isabella. Se levantó más temprano de lo habitual, con el pecho oprimido y los ojos marcados por una noche de poco sueño. La ausencia de Lorenzo en la mansión creaba un silencio distinto: un vacío que no era físico, sino emocional.
Él estaba en Rusia. Se había marchado la tarde anterior, sin despedidas. Isabella fingió que no lo sintió. Fingió que no se le acelera el corazón cada vez que escuchaba pasos en el pasillo esperando, inútilmente, que fueran los de él. Fingió que no miró por la ventana a la hora exacta en que el coche partió. Fingió… pero no olvidó.
Estaba en







