La mañana amaneció con una neblina espesa cubriendo los jardines de Vermont. Desde su ventana, Denisse observaba cómo las gotas se deslizaban por el cristal, reflejando el gris del cielo. Habían pasado dos días desde que firmó aquel contrato con Noah, y todavía no lograba acostumbrarse a la idea de vivir una mentira tan grande.
Una mentira escrita con tinta y sostenida con miradas que no sabía cómo interpretar.
Intentaba concentrarse en los cuadernos de Fred, repasando ejercicios de lectura con el pequeño, cuando un golpe suave en la puerta la hizo girarse. Brandon, siempre impecable y sereno, asomó la cabeza con una sonrisa educada.
—Buenos días, señorita White.
—Buenos días, Brandon —respondió ella, dejando el lápiz a un lado—. ¿Sucede algo?
—El señor Winchester me pidió informarle que a partir de hoy tendremos un nuevo abogado representando a la empresa —explicó con su tono habitual, entre profesional y confidencial—. Estará a cargo de todos los asuntos legales de la familia y, por