El día siguiente amaneció con una tensión que parecía vibrar en cada rincón de la mansión Winchester. Desde muy temprano, los teléfonos no habían dejado de sonar. La prensa quería declaraciones, los portales digitales publicaban titulares nuevos cada hora, y los rumores se esparcían como un incendio fuera de control.
En la cocina, el personal hablaba en susurros, sin atreverse a mirar directamente a Denisse. Ella intentaba mantenerse ocupada, preparando el desayuno de Fred, aunque sus manos temblaban un poco cada vez que veía su rostro reflejado en la pantalla de su celular. La imagen borrosa del rescate, los flashes, la sombra de Noah sobre ella… todo parecía sacado de una escena de ficción, pero era su vida la que se había convertido en espectáculo.
Fred, ajeno al caos adulto, comía su cereal con total tranquilidad, mientras la abuela del niño —la elegante señora Margaret Winchester— observaba las noticias en silencio. El televisor de la sala mostraba imágenes del evento, repeticion