Mundo ficciónIniciar sesiónLa habitación quedó envuelta en esa calma espesa que solo aparece después de un amor que sana más de lo que hiere. No había ruido afuera; solo la respiración de ambos y el ligero latido que Marcus sentía bajo su oído, ese pulso suave en el vientre de Laila que todavía no podía escucharse con instrumentos, pero que él juraría que ya percibía con el alma. Laila se quedó mirándolo, perdida en la imagen de ese hombre que alguna vez le pareció tan lejano, tan inalcanzable, tan fuera de su mundo. Ahora estaba desnudo entre sus brazos, vulnerable, amándola, hablándole a sus bebés como si fueran un milagro. Y lo eran. No sabía cuándo había empezado exactamente a amarlo, si fue en el refugio observándolo cargar cajas pesadas mientras Melissa lo seguía como un patito, o cuando la defendi&oacu







