Mundo ficciónIniciar sesiónEl penthouse tenía esa penumbra cálida que solo aparece cuando todos duermen menos dos personas que ya no logran hacerlo sin pensar en el otro. Melissa llevaba más de una hora profundamente dormida, acomodada entre sus peluches, con la boca entreabierta y el cabello arremolinado sobre la almohada. Marcus cerró la puerta de su habitación con el mismo cuidado con el que se sostiene un corazón ajeno entre las manos.
Laila esperaba en la sala, recogiendo una cobija pequeña que Melissa había dejado sobre el sillón. Iba descalza, con el cabello suelto y ese brillo en la piel que solo tienen las mujeres embarazadas sin darse cuenta. Su camisita ancha rozaba apenas el borde de su muslo, y Marcus, al verla, sintió ese pinchazo leve detrás de la caja torácica: admiración, deseo, ternura… todas mezcladas como un idiom







