Mundo ficciónIniciar sesiónEvelyn llegó al penthouse a las nueve en punto, con una bolsa blanca envuelta en papel dorado y un moño perfectamente armado. Se veía elegante, compuesta, con ese aire cálido de mujer que sabe caminar en silencio dentro de un hogar ajeno sin romper la armonía. Marcus le abrió la puerta con Melissa colgada del cuello, y la niña la saludó con ambos brazos alzados.
—¡Evi! —gritó Melissa, casi lanzándose hacia ella.
Evelyn la cargó con facilidad, besándole la mejilla.
—Qué grande estás, mi amor. Cada día más hermosa.
Marcus sonrió, apoyado en la puerta.
—Pasa. Laila está en la cocina.







